Recuento

Las dos primeras semanas de campañas en las que los partidos políticos salieron a buscar el voto ciudadano en doce estados del país, dejan un desconcierto total sobre los métodos usados por los candidatos y partidos políticos, pero más sobre los eventuales resultados que ofrecen las mediciones realizadas.

Es cierto que cada proceso electoral muestra los constantes errores en que incurren las casas encuestadoras, muchas de ellas dedicadas a la confección de trajes a la medida de quienes las pagan, pero también lo es que permiten situar al ciudadano sobre un aproximado de las posibilidades de triunfo de unos y otros.

Las encuestas circulan con singular alegría y se publican en distintos medios de comunicación (diario, radio y televisión) y hasta en redes sociales, siendo motivo de debate sobre los números que ofrecen.

Muchas de ellas son descalificadas por los no favorecidos por ellas en cuanto aparecen, los que de inmediato hacen su contraoferta, con cifras distantes de las anteriores.

Esos números permiten que los candidatos y sus coordinadores aceleren el ritmo de trabajo, aunque la penetración que tienen entre el electorado no parece cambiar.

Sin importar el candidato o el partido, los ciudadanos se muestran apáticos, para dar respuesta y si acaso algunos que se muestran cercanos a uno de los contendientes son capaces de mostrar su respaldo.

Aquellos tiempos de movilizaciones numerosas parecen quedar en el olvido, como también los de regalos de utilitarios, gorras y camisetas, los que han sido transformados en apoyos monetarios, vales de despensa, bultos de cemento, láminas y otro tipo de ayuda.

Con todo y ello, las campañas no logran la penetración entre los electores, ni conmueven a nadie, solamente lo hace la serie de barrabasadas que cometen unos y otros.

Los ataques contra la propaganda del adversario, la destrucción de mobiliario en que se asientan los dichos y figuras de los candidatos son de lo más común, aunque también los ataques personales y la verborrea contra el adversario, especialmente cuando la elección se centran en dos o tres partidos, a lo sumo.

Y es que con todo y que existen ocho partidos considerados de nivela nacional y varios más que participan como partidos locales, la contienda se centra entre los mismos de siempre.

Con la excepción de Manuel Velasco Coello, gobernador de Chiapas; Gabino Cué Monteagudo, gobernador de Oaxaca; Mario López Valdez, mandatario de Sinaloa; Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno del Distrito Federal (así fue electo) y Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de Nuevo León, los restantes 27 mandatarios estatales militan en alguno de los tres partidos llamados nacionales (PRI, PAN y PRD).

Es costumbre que (nuevamente la excepción hace la regla, Jaime Rodríguez Calderón) uno de esos tres partidos haya propuesto a los gobernantes para que estos puedan ganar.

Así sucedió con Velasco Coello, militante del Verde, pero avalado en alianza por el PRI, Cué Monteagudo, simpatizante de Movimiento Ciudadano, que fue respaldado por el PRD y los demás partidos de izquierda; López Valdez, respaldado por la alianza PAN-PRD, luego de renunciar al PRI y Mancera Espinosa por el PRD y los partidos de izquierda.

Solamente Rodríguez Calderón consiguió el triunfo como candidato independiente, luego de que su entonces partido (PRI) le negará la posibilidad de convertirlo en candidato al gobierno de Nuevo León.

Claro que la figura de candidato independiente es nueva, pero también lo es que salvo el triunfo del llamado ’Bronco’ pocos candidatos independientes asoman como posibles triunfadores el cinco de junio.

De los actuales aspirantes independientes a gobernadores, si acaso tres de ellos sobresalen por encima de los demás: José Luis Barraza (Chihuahua), Juan Bueno Torio (Veracruz) y Gabriel Hinojosa (Aguascalientes).

Empero de ellos se dice que Barraza, un próspero empresario de Chihuahua que está situado en tercer lugar de las preferencias, por debajo del priista Enrique Serrano y el panista Javier Corral, renunciará para intentar sumar a sus seguidores a favor del panista, si es que demuestra que se encuentra muy por encima del independiente.

Según los números actuales, el priista va arriba, seguido por el panista Corral y el independiente. Sumando los votos de Corral y Barraza, superan con amplitud al priista Serrano, aunque está comprobado que no todos los votos del que desiste de ser candidato se pasan al aliado, sino que se fragmentan.

Bueno Torio está situado hasta el cuarto lugar de las preferencias en Veracruz, después del panista Miguel Ángel Yunes, del priista Héctor Yunes y del candidato de MORENA, Cuitláhuac García.

Empresario y exmilitante del PAN, Bueno Torio se ubica muy alejado de los primeros lugares, aunque uno de los sondeos lo muestra en etapa de crecimiento en las preferencias electorales.

De acuerdo a las versiones que circulan en esa entidad, se dice que la candidatura de Juan Bueno Torio fue creada para restar votos al candidato del PAN, Yunes Linares, fragmentar el voto de la derecha e impedir la victoria del aspirante postulado por la alianza PAN-PRD.

En el tercer caso, el de Gabriel Hinojosa, se le conceden pocas opciones de triunfo, aunque sus números no son nada despreciables, ya que rebasa, según sondeos, los dos dígitos en las preferencias de los ciudadanos de Aguascalientes.

Hinojosa es un expriista avalado por Jaime Rodríguez Calderón que anticipó su participación sabedor de que el PRI no le allanaría el camino hacia su candidatura, ya que Lorena Martínez estaba destinada desde antes para ser la abanderada del partido tricolor.

Se espera que ninguna de esas tres candidaturas independientes sea testimonial, aunque si lo serán las otras, incluida la de Ana Teresa Aranda, quien logró ganar en tribunales su participación como independiente.



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