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Otro Pacto por México

LECTURA POLÍTICA

Noé Mondragón Norato

LECTURA POLÍTICA

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Julio 05, 2016 21:29 hrs.
Periodismo ›
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La irritación se multiplica. Llega hasta el hastío y la crispación social. El gobierno federal se debilita. El estatal, descanchado y dependiente de lo que dicte el presidente Peña Nieto, espera y sufre los estragos de las llamadas Reformas Estructurales. Llena de policías los alrededores de plantones y marchas magisteriales disidentes, pero no se atreve a actuar. Teme lo peor: Una redición de los hechos sangrientos de Oaxaca. Por eso el gobernador tricolor Héctor Astudillo, apela a la cautela y no arriesga su maltrecho capital político. Mientras, el país completo se le descompone a su presidente. Y del caos y el desorden también surgen algunas coyunturas que es preciso puntualizar.
¿PACTO POR MÉXICO?- Una de las primeras acciones que emprendió el gobierno federal priísta al inicio del actual sexenio político, fue la firma de Pacto por México, que no era otra cosa que el apoyo del PAN y PRD a las reformas que hoy tienen al país revuelto y convulso. De ahí se abren las lecturas: 1.- Entre muchos ciudadanos cunde la idea en el sentido de que, para cambiar a fondo el actual y descompuesto estado de cosas, se precisa de dos circunstancias: un golpe de Estado. O una revuelta civil armada. Otra Revolución. Pero el punto no es ese, sino armonizar los intereses de los distintos actores sociales en el concierto del desarrollo nacional. Así, el Pacto por México de Peña Nieto, no buscó el beneficio de todos los habitantes de este país, sino de su sacrificio a costa de mantener una casta política privilegiada, que dilapida y se enriquece interminablemente con los presupuestos públicos. Por eso, dicho Pacto fue sectario. Es decir, benefició a los tres partidos políticos mayoritarios: PRI, PAN y PRD. 2.- La Reforma Educativa fue el primer punto de resistencia para la Federación en lo referente a la aplicación de las Reformas Estructurales. Y el más complicado. Pero el punto es que aquí hay otro sectarismo. Es decir, el magisterio disidente asume tener la razón de su movimiento. Pero no propone nada para expulsar a los falsos maestros de la educación pública, que también dañan al país. La prioridad es mantener el empleo de esos maestros, a costa del sacrificio continuo de muchos alumnos que egresan mal preparados. Y si hipotéticamente, la Reforma Educativa se viniera abajo, entonces: ¿Qué pasaría? ¿Regresaríamos a las mismas prácticas nocivas de la venta de plazas, la herencia de las mismas y seguirle dando chamba a los incompetentes, para que sigan produciendo mediocridad? ¿Es acaso a ese torcido modelo educativo de país, al que aspira el magisterio disidente? 3.- Cierto: el gobierno federal y estatal, están mal. Pero el magisterio disidente, también. Para recomponer la armonía del país se necesita que cedan los dos. Es parte de cualquier negociación. Pero la responsabilidad mayor es del presidente Peña Nieto. Porque el conflicto público no acaba con tumbar a la Reforma Educativa. Hay otros problemas que le van a seguir reventando y con mayor fuerza. Incluso, al relevo de Peña Nieto. Así se trate del más radical de los aspirantes presidenciales, como López Obrador. Se necesita otro Pacto por México. Pero que tome en cuenta e incluya no solo a los partidos políticos, sino a los obreros, a los campesinos, a los comerciantes, a los intelectuales, a todos los hombres y mujeres preocupados por el futuro de este país. Y por supuesto, a los maestros. Todos tienen algo que aportar. Todos están obligados a construir y refundar a este vapuleado país. Como en los vendavales y las tormentas, sacar el lodo y la podredumbre. Fijar nuevas reglas. Empujar otra Constitución. No es necesaria una Revolución armada. Pero si se sigue ignorando a todos los sectores de la sociedad –no nada más a los maestros-, es inevitable que ocurra. La insensibilidad, los abusos, los autoritarismos, la corrupción y la soberbia, fueron factores que la incubaron en 1910. ¿Acaso espera Peña Nieto y el gobernador Héctor Astudillo, que el país y el Estado se les sigan saliendo de las manos? ¿Le apuestan en realidad, a una revuelta armada? ¿Hasta qué extremo van a seguir estirando la cuerda? Tienen la palabra. Y las acciones, en sus manos.

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