La lección de Nochixtlán


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La lección de Nochixtlán

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Julio 25, 2016 20:06 hrs.
Periodismo ›
José García Sánchez › guerrerohabla.com

Si la tarde de Nochixtlán hubiera sido fiel a la versión oficial, la reforma educativa no hubiera mutado.
La insistencia de las instancias de justicia que terminaron por contagiar al propio secretario de educación, sobre la versión de que los disparos que salieron de la parte agredida, es decir, desde la población, en la trinchera de los profesores eran de ellos y de algunos miembros del EPR, la represión hubiera caído de manera contundente.
Pero no encontraron una sola prueba de la presencia del EPR, en cambio se develó una tercera fuerza en discordia que había realizado los balazos del lado de los profesores y, sobre todo, de la población.
En ese momento el número de profesores en Nochixtlán era muy reducido. Era tarde de domingo de tianguis, sólo que la ignorancia de los expertos en inteligencia al ver, a lo lejos, que se reunía la gente pensó que se trataba de contingentes de maestros alrededor de algunos líderes. No cabe duda que la percepción desde las alturas se distorsiona.
La percepción regularmente equivocada de la Policía Federal, su desconocimiento del terreno y las ansias de entrar en acción de muchos de los miembros de esa corporación, los obligaron a reprimir a diestra y siniestra. Más aún cuando vieron que salían disparos del frente de la población.
Las mentiras alrededor de Nochixtlán con la intención de justificar una matanza superior, llegaron a límites insospechados que los medios convencionales llegaron a reproducir como verdaderas, miles de veces.
Porque al día siguiente, las investigaciones de la Policía Federal y de la propia PGR, que cada día se hunde más en el desprestigio, aseguraron que los casquillos de las armas disparadas desde el frente de los pobladores no pertenecían a la policía federal.
Difícil saber cómo realizaron esa investigación porque las fuerzas del ’orden’ no pudieron entrar a Nochixtlán sino hasta varios días después.
Días antes de la matanza, algunos políticas al mando de uno de los hombres de confianza del ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, llegaron vestidos de civiles armados hasta los dientes, pero con armas distintas a las que utiliza la Policía Federal. Se hospedaron en diferentes hoteles, donde sólo esperaron la hora de la masacre, que ni la Policía Federal sabía que habría refriega en ese lugar.
Ahí se mantuvieron hasta el momento del ataque, y fue cuando dispararon contra los uniformados, haciendo creer que eran los profesores quienes estaba armados o bien que se habían aliado al EPR.
Tanto los profesores como el EPR tiene más de tres decenios luchando en el lugar, y la población mixteca tiene una experiencia de lucha de más de 500 años. La irresponsabilidad de quienes quisieron tergiversar la realidad echando agua a su molino y el gobierno que pretendía convertirse en víctima de los malvados maestros, simplemente fue una anécdota más en el ideario de mentiras de los medios de información. Incluso la versión oficial habló de estos policías que vestidos de civil dispararon desde los espacios donde se encontraban los maestros.
La reforma fue herida de muerte por la verdad y no quedó otra alternativa que buscar a un interlocutores que pudiera hacer las veces de representantes del magisterio para que l SEP se sentara a dialogar con esta parte del gremio que si bien tampoco está de acuerdo con la reforma educativa, todavía no encuentra los medios adecuados de expresarlo sin poner en riesgo sus derechos y, sobre todo su trabajo.
El 7 de julio el SNTE publicó un sorpresivo desplegado en el que le exige a la SEP y al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación realizar cambios de fondo a la reforma educativa, retomando demandas de la CNTE.
Es decir, si los ciudadanos bien portados piden cambios en la evaluación que es la esencia de la reforma educativa pues hay que hacerles caso para que sirva de ejemplo que todos los mexicanos deben portarse bien como advirtió en su momento el gobernador priísta de Veracruz a los periodistas, poco antes de que murieran varios de ellos.
Aquí se tiene como objetivo principal convencer a la opinión pública de que los profesores de la CNTE son malos y los del SNTE son los buenos. Unos no quieren trabajar, son flojos; los otros, son trabajadores y son tan buenos en lo suyo, que ya tienen una propuesta alternativa para transformar la reforma educativa que se decía inalterable.
Este sexenio, como ningún otro, tiene en la opinión pública un campo de batalla. Confiado en que la realidad del país sólo pueden reflejarla la televisión y los diarios más convencionales, quieren seguir manipulando una realidad que los condena y los convierte ante los ojos de todos en lo que son.

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