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En la Opinión

Hablemos de comunicación o de enajenación/ I de II

Sergio Enrique Castro Peña

Hablemos de comunicación o de enajenación/ I de II

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Julio 07, 2016 05:21 hrs.
Periodismo ›
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Los años cincuenta-sesenta del siglo XX fueron una época caracterizada por la transición de la ciencia y la tecnología, mismas que pudieron ser puestas a disposición de la población en general como una vía para incrementar su nivel de vida. Esta explosión tecnológica tuvo sus antecedentes en los conflictos en donde se anteponían dos formas de pensar, de actuar, de organizarse y de gobernar. Era la llegada de una nueva cultura que desplazaba, no destruía, a otra. Dicha transición, predominante cultural, tuvo su exponente más significativo en el arribo de lo que conocemos como al predominancia de ’The American way of life.’
En la materialización de esta forma nueva de cómo vivir, consecuencia directa del resultado de la segunda Guerra Mundial, tuvo una contribución fundamental la incorporación de las nuevas tecnológicas, originadas primariamente para uso militar, a la cotidianidad de la gran mayoría de la población de los países triunfantes y posteriormente incorporada gradualmente en el resto de las naciones. De igual forma, en el campo de las ciencias no duras como la administración, la prospectiva y la comunicación surgieron pioneros o ’gurús.’ Entre ellos, destacaron Peter F. Drucker, con su libro ’The Practice of Managment;’ Alvin Toffler con La Tercera Ola y Marshall McLuhan con su obra más conocida, La Aldea Global. Dichas obras irrumpieron no solamente en los ámbitos intelectual y académico sino también impactaron en el interés del público en general.
De las tres piezas, la que ha resistido más en el tiempo, aun cuando haya sido en forma distorsionada, fue el concepto de la aldea global. El intercambio de ideas, tecnología, información y de mercancías pasó del campo restringido de la aldea original hasta cubrir todo el mundo, con lo cual se convirtió en global. En este contexto, los medios de comunicación se convirtieron en un factor fundamental en la determinación del rumbo y la forma de nuestra cultura. De manera indirecta vinieron a influir en otras formas de vivir, así, como en la descripción y señalización de otros campos como la información, las ideas, la política y la economía.
En los primeros cincuenta años del siglo XX, se dieron los pasos para que los principales campos de la comunicación operaran y estuvieran disponibles para la población en general mediante los inventos del telégrafo, el teléfono, el cine y la televisión. Sin embargo, estuvieron limitados a un ámbito regional al no contarse con la tecnología que facilitara una comunicación directa, instantánea y global de toda la población. Esto fue superado con la aparición de la tecnología satelital, que se inauguro con el lanzamiento del Sputnik, por la Unión Soviética y como respuesta a ese avance, los Estados Unidos de América iniciaron su programa espacial por medio de la NASA. A pesar de que, inicialmente, esta tecnología estaba destinada a servir como medio de propaganda militar y mostrar la superioridad del sistema comunista con respecto al capitalista, una vez que nace una tecnología adquiere vida propia e inicia un proceso de usos diferentes y, normalmente, superiores a su objetivo inicial. Al ponerlos en órbita, los satélites ampliaron su función para ser utilizados en las comunicaciones: telefonía, televisión, información, -ya sea financiera, científica, comercial, políticos o, de hechos periodísticos, entre otros-, hasta que el avance tecnológico nos llevó a la internet y transmisión de fotos.
Con estas herramientas nuevas, los medios de comunicación dejaron de ser locales y regionales para transformándose en globales. De ser una herramienta exclusivamente militar a ser adoptada por intereses privados, tanto comerciales como personales. Asimismo, su función militar de crear estrategias para la defensa y el ataque mediante mensajes, propaganda y tácticas de desorientación fue llevada a las actividades privadas, principalmente en el campo de la mercadotecnia y en la difusión de ideas políticas. Esta transformación en los medio de comunicación y su conceptualización determinaron que ’el medio es el mensaje.’ Ello implica que, por la forma como se presenta y el poder para alterar la percepción, el ’mensaje’ sea más importante por las señales subliminales que envía a los usuarios finales. Por ello, obtiene una importancia mayor la propiedad y el control de esos medios.
Los sesgos que producen los medios de comunicación, facilitan el control e inciden en la percepción y la forma de pensar y organizarse, primero en la población individual y posteriormente de la sociedad en su totalidad. La creación de nuevas tecnologías y sus formas de utilización de los medios de comunicación, tienen también una incidencia en diferentes formas de integración, creando, a su vez, nichos de preferencias tanto en el campo comercial, de consumo, de vestir, de gustos y de pensar. Lo anterior, crea grupos que aglutinan esas formas particulares y un medio de replicarse. De forma similar, produce un sentimiento de pertenencia, lo cual constituye un factor muy importante, en donde cada vez es mayor el aislamiento físico, mientras el virtual va en ascenso. Sin embargo, no tienen la capacidad, como algunos comunicólogos de nuestros países subdesarrollados de acuerdo al uso y comprensión total de esta tecnología, para maximización su uso. Somos sociedades usuarias de tecnología, no creadoras y productoras de tecnología de medios de comunicación.
El uso de la tecnología en comunicaciones produce un espejismo para el receptor de los medios. Primero, es aprovechada para confundir la eficiencia y la eficacia de las herramientas con el fin de su utilización, considerando que solamente es importante por su finalidad primaria, de transmisión. En segundo término, liberando la responsabilidad total a la propiedad de los medios, del fin y el mensaje, que subliminalmente quieren transmitir. Lo anterior nos lleva, a considerar la manera en la cual se obtiene el contenido y su forma de difusión el mensaje, estemos hablando de comercialización, hacedores de consumos y modas de esos bienes y servicios o de tendencias políticas: el sondeo.
La técnica del sondeo, consiste en conocer las ’preferencias’ o ’inclinaciones’ de un consumidor, en lo comercial, en la moda, en los estilos de vida, entre otros, pero, también, es utilizado, en sus preferencias religiosas, políticas y su actitud hacia las posiciones diferentes a las suyas. Buscando, inicialmente, encontrar como acceder en la mente colectiva para conocer la forma de influir, de manipularla, explotarla y controlarla de manera subliminal, sin que el sujeto sea consciente que es guiado hacia un fin para él desconocido. El grado de sofisticación utilizados en los sondeos para determinar preferencias, son de tal envergadura, que con solo conocer parcialmente la información de un individuo, por ejemplo como está constituida su canasta de bienes de consumo o la ubicación de su domicilio, mediante computadoras de alta capacidad de memoria y algoritmos extremadamente complejos, se pueden agrupar diferentes grupos poblacionales y determinar cuál es el medio y el mensaje con mayor impacto y de incidencia subliminal. Con ello, obtenemos que el nacimiento y selección del mensaje, cualquiera que sea el nivel de sofisticación, es el sondeo, la captación y procesamiento de la información obtenida, selección de los contenidos, que se dice, el medio de difusión o comunicación, cómo se dice y, el factor que determina todo el proceso, los dueños que controlan dichos medios de comunicación, apoyados por el aforismo, línea editorial.
Con respecto al efecto subliminal, pueden encontrarse numerosos estudios y trabajos de especialistas’ en comunicación que apoyan la corriente de que no existen pruebas cuantificables y suficientes que sustenten dicha existencia. Sin embargo, a pesar de esa supuesta inexistencia, las industrias de mercadeo, de moda, de crear tendencias, de moldear imagen, de diseño, todas ellos destinadas a incentivar nuestro inconsciente, nuestro afán de ser únicos, de pertenencia, siguen en ascenso y diversificándose. La necesidad de influir y de obtener una mayor aceptación, nos conduce a una búsqueda constante de tecnologías que nos permita, en primera instancia, obtener una mayor cantidad de información posible, segundo, mecanismos de procesamiento de una cantidad cada vez más grande y diversa de esa información, tercero, aglutinar dicha información de tal forma que pueda fundamentar el objetivo para la que fue recabada y, por último, hacerla accesible a los medios de comunicación y a los receptores de la misma.
El 26 de Septiembre de 1960, es una fecha de la transición de la radio a la televisión, como un medio preponderante para enviar mensajes y su mayor capacidad de difusión en el campo político, así como factor importante en los resultados electorales. El evento en cuestión fue el debate protagonizado ese día por Richard M. Nixon y John F. Kennedy. Ahí, se puso en evidencia lo que hoy es conocida como la telegenia, misma que consiste en adaptar el sujeto y el mensaje a la difusión de los parámetros de la televisión a fin de que el factor subliminal, que este produce, sea el de mayor influencia.
Con este evento, no solamente se definió la importancia del medio per se, sino que puso en evidencia la importancia de la imagen: Nixon rechazó el uso de maquillaje, factor que esconde las imperfecciones o un estado anímico, su vestimenta consistió en un traje gris que resaltaba una personalidad de tono similar. Por su parte, Kennedy puso atención especial en su imagen. Conocía la importancia del medio visual, el mensaje hablado había dejado de ser el preponderante, la radio estaba siendo desplazada con la irrupción en la arena política de un nuevo medio: la televisión. Para ello, un día antes, Kennedy había tomado el sol, con lo cual adquirió un bronceado y utilizó un traje obscuro enviando un mensaje de ser una persona sana, segura y con autoridad, factores que manifestaban a un político, no solamente carismático y joven sino también con don de mando.
Con la información disponible, podemos inferir que a pesar de la utilización limitada de la televisión, entonces existían pocos aparatos de televisión si los comparamos con los disponibles este debate fue visto por alrededor de 70 millones personas. Ello, constituyó la mayor audiencia de este tipo de debates. La explicación de este aparente contrasentido fue que alrededor de un aparato de televisión se encontraban por lo menos diez personas en donde, por medio de la discusión y comentarios del debate se formó, por vez primera, una magnificación del mensaje, un efecto que tenía su antecedente en la radio. La eficacia y eficiencia de la televisión o la ’caja idiota’ había llegado a las grandes masas. Sin embargo, a pesar de que la diferencia entre los resultados electorales entre el candidato ganador, Kennedy, con respecto al perdedor, Nixon, fue mínima, únicamente del 0.1 por ciento, fue lo suficientemente grande para manifestar la supremacía de un medio de comunicación sobre el otro. Pero vayamos a otros medios de comunicarnos.
Con la fotografía se pudo llevar de un lado a otro la imagen para ser difundida masivamente mediante la prensa escrita, en donde se decía que ’una imagen valía más que mil palabras.’ El predominio de lo óptico fijo tuvo su mayor auge, primero en la Guerra Civil de los Estados Unidos y posteriormente durante la Primera Guerra Mundial. El siguiente salto tecnológico en los medios de comunicación masivo se dio con la aparición de la radio, con lo cual el medio auditivo predominó por un tiempo largo. Medio, que fue poco apoco desplazado por el cine, logrando un impacto mayor impacto, primero por la gran recisión en donde las salas de cine se convirtieron en refugios psicológicos para los trabajadores desocupados y, segundo cuando se le agregó el sonido. Con ello, se dio la combinación de lo visual con lo auditivo, ampliando su espectro de impacto y de contenidos. No solamente se podían trasmitir una historia restringida a la vista, con el sonido que incluía el habla y la música, creando una percepción más directa. También, por vez primera, incursionó el cine en la actividad periodística, al ser incluidas en las funciones de cine los noticieros. Sin embargo, el receptor, para beneficiarse de esa tecnología tenía que trasladarse de su hogar al edificio donde estaban ubicadas las salas de cine. Por su parte, la televisión aglutinó y proporcionó en un solo lugar todas las tecnologías y servicios: imagen, sonido comodidad del usuario y un ambiente de convivencia directa.
Sin embargo, a pesar de que, el 4 de octubre de 1957, el Sputnik fue lanzado por la Unión Soviética, proporcionando la tecnología que hiciera realidad la comunicación de nivel regional a global, no fue sino hasta el 16 de Julio de 1967 cuando un evento generó el impacto a nivel mundial: la llegada del hombre a la luna. A partir de la conjugación de todos esos elementos comenzó a cristalizarse el concepto de ’La Aldea Global.’ En ella, las acciones individuales tienen impacto general, todo afecta a todo: la privacidad se va diluyendo. La guerra deja de ser un evento lejano y los norteamericanos siguieron los horrores de la conflagración de Vietnam desde la comodidad de sus salas: la muerte se convirtió en algo cotidiano que posteriormente nos llevó a un estado de indiferencia que al final de cuentas no fue tal sino que produjo un impacto tal que obligó a los Estados Unidos de América a negociar su retirada en lo que algunos historiadores consideran como su primera derrota y la pérdida de la inocencia, no solamente de los estadounidenses sino también de toda la población del planeta.
Mientras estos avances y la capacidad de influir de los medios de comunicación masiva se desarrollaban a nivel mundial, en nuestro país, a pesar de ser ampliamente conocidos, los dueños de esos medios no los utilizaban. No fue sino hasta los inicios de los años setenta, durante el mandato del Presidente Luis Echeverría Álvarez, cuando el sector privado sintió que sus intereses estaban siendo amenazados. En aquellos años, México tenía su guerra propia. No era tan violenta, físicamente hablando, pero si era tan intensa. El sector privado tenía un enemigo, el gobierno mexicano al cual había que combatir con el armamento moderno: la tecnología de las comunicaciones. Como paso inicial, los empresarios buscaron unificarse en un organismo único. Así nació el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) con una doctrina cuyos objetivos a largo plazo eran: la propiedad privada es el único ente para desarrollar las actividades productivas y el lograr que su contraparte, el gobierno, fuera reducido a su expresión mínima. Los hechos que siguieron esta confrontación, así como el papel que han jugado los medios de comunicación masiva y los propietarios de esos medios, principalmente en esa transición del concepto de que ’los medio hacen el poder’ al de ’los medios son el poder’ serán el tema a ser tratado, con su paciencia amable, en la siguiente entrega. sergocastro6@yahoo.com.mx


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