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Hablemos de anticorrupción o de los nuevos moralizadores


Sergio Enrique Castro Peña

Hablemos de anticorrupción o de los nuevos moralizadores

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Junio 15, 2016 23:34 hrs.
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Sergio Enrique Castro Peña › guerrerohabla.com

El tema de la corrupción, por alguna misteriosa razón, en los dos últimos sexenios, los del Vicente Fox y Felipe Calderón, ambos panistas, había tomado un receso como un aspecto neurálgico para la vida nacional y de las posibilidades de crecimiento. Sin embargo, por arte de magia el día uno de Diciembre de 2012, salió de su invernadero y cual inicio de primavera a partir de ese momento se fue desarrollando y propagando con una rapidez casi inverosímil. Todo el gobierno, sus funcionarios y su personal operativo instantáneamente se transformaron, digo instantáneamente, porque dicha burocracia provenía mayormente de la época foxista. En esa explosión moralizadora, nos enteramos que el New York Times estaba profundamente interesado y preocupado por nosotros y, de la existencia de fundaciones e institutos dedicados al estudio de la competitividad, productividad y la corrupción. Para ello, esgrimían una serie de estadísticas, indicadores que hasta ese momento también habían sido desconocidos para el ciudadano común. La corrupción era una cuestión sumamente importante, casi de viva o muerte y más, en los tiempos por venir: la llegada de una administración priista. En política, también todo se vale.
Otro de los excepcionales conocimientos que se presentaron en el inicio del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, lo constituye la gran preocupación de los grandes ’empresarios’ y sus enormes fortunas del impacto que traerá el retorno de la corrupción y su incidencia en la capacidad de crecer y desarrollarnos, mediante la inhibición de la productividad de los trabajadores y la competitividad de las empresas. Las diferentes agrupaciones empresariales representadas en la CONCANACO, CONCAMIN, COPARMEX, la Asociación de Banqueros, la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros y el Consejo de Hombres de Negocios, creadas para enfrentar y combatir a la neo- revolución, todos ellos aglutinados en El Consejo Coordinador Empresarial, como en una especie de consorcio de la honestidad, tenía que modernizarse y actualizarse. Todos ellos, trabajando hombro con hombro con la Cámara Americana de Comercio (CAMCO). El gran dinero y las fortunas de México, la crema y nata, como se diría en otros tiempos, se preocupaban porque no fuéramos contaminados por la radioactividad de la corrupción priista. Por lo que era imperativo realizar acciones y leyes, para proteger esa moral incorruptible de nuestra clase ’empresarial’ y, por ende, en menor medida, la nuestra. En México, las grandes fortunas, no tienen pasado y menos memoria.
A principios de los cincuenta, en los Estados Unidos de América, se inició una tendencia o, mejor dicho, una estrategia, consistente en tres ejes principales que servirían para evaluar y con ello seleccionar las entidades o personas que recibirían apoyos económicos. Para ello, se crearon unos índices para medir la salud de la sociedad y el cumplimiento de sus libertades, estos fueron: los derechos humanos; las libertades de prensa y políticas; y, la corrupción. Dicho sistema nació y tuvo vigencia durante la guerra fría, una vez que la Unión Soviética colapsó dejaron de ser prioritarios. En esos tiempos, las expectativas e interés que crearon entre los medios masivos de comunicación, los partidos políticos y las organizaciones no gubernamentales y religiosas sobre la aprobación o condena del examen anual de México. Si era positivo, su permanencia en los medios era poco menos que superficial, pero, si el resultado era desfavorable, el presidente y sus principales funcionarios sabían que les esperaban dos o más semanas de ataques sobre su gestión. Para los grupos opositores, era temporada de caza.
Tanto los derechos humanos como las libertades políticas, de expresión y de elecciones limpias y libres, fueron conceptos nacidos como parte de una estrategia global contra el avance del comunismo en el mundo. Asimismo, al perder vigencia como estrategia toral de la política exterior de los Estados Unidos, se transformaron en el fundamento de la ’liberación’ de los pueblos que vivían bajo regímenes dictatoriales o no democráticos. Esto, se convirtió en la bandera de la cruzada de Estados Unidos y, como dijera el presidente John F. Kennedy, para instalarla en todos los países del mundo, no importaba ’el costo’ que se tuviera que pagar, ni ’el tiempo’ que requiriera implantarla. El cumplimiento de ese objetivo, para algunos, es solamente un pretexto que esconde los motivos reales de ese país que ha generado la mayoría de las guerras de la segunda mitad del siglo XX y lo correspondiente al siglo actual. De igual manera, se pretende disfrazar esta cruzada por la democracia la verdadera confrontación entre dos culturas, dos civilizaciones, dos formas de gobernar un imperio: la musulmana y la occidental.
Como producto, de esa política en los países, por lo menos en América Latina, se dio una explosión, la cual como todo estallido, fue desordenada, de manifestaciones políticas con una intensidad y en número poco vista. De igual manera, se ’pidió’ a los gobiernos de los países involucrados, con una ’democracia incipiente’, apoyaran financieramente para fortalecerla. México, también, se comprometió ante la comunidad internacional en apoyar esa iniciativa. Sin embargo, a pesar de los crecientes montos destinados a su apoyo, los resultados han sido inciertos y los costos económicos muy altos. Sus logros más visibles han sido una cuasi-partidocracia, una ampliación del mercado para los políticos inconformes, como ’independientes’, un congreso fraccionado y un creciente negocio de tales magnitudes por su tamaño y sus ganancias, produciendo una nueva burocracia, la electoral, un nuevo poder, el Tribunal Federal Electoral y una renovada clase de empresarios en publicidad, comunicaciones y creación de imágenes, solamente comparable a ciertas actividades no lícitas. Esta estrategia ha producido de todo, excepto una democracia, una estabilidad y el fortalecimiento de las instituciones. A pesar de que los dos puntos señalados anteriormente merecen ser atendidos individualmente y destinar mayor tiempo en desarrollarlos, permítanos diferirlo para otra ocasión y centrarnos en el tercer punto, la corrupción y de los nuevos delfines de su antítesis, la anticorrupción.
Uno de los mayores errores que se le pueden atribuir a la presente administración del gobierno federal mexicano, es su escasa capacidad para entender su posición al tomar las riendas del gobierno y privilegiar una supuesta política de unidad, con magros dividendos de muy corto plazo, a una posición de fuerza con una constante estrategia de exponer los errores y actos de corrupción de los pasados gobiernos panistas. Ignoraron la máxima de ’el que calla otorga’. No exponer ante la opinión pública o, en los pocos medios que lo ’apoyaban’, los actos de ineficiencia, ineficacia y corrupción de los panistas, ni iniciar, al menos eso, procesos para deslindar responsabilidades de actos poco claros y que habían estado en la palestra pública en esas administraciones, como fueron los cometidos por los hijos de ’Martita’, el escándalo de Oceanografía o los ’moches’, lo único que hizo el gobierno es de antemano reconocer que esas sospechas carecían de fundamento y por lo tanto, tampoco de corrupción. Con esta exoneración, el PAN, contaba con todo blindaje moral para contra atacar con todas sus fuerzas a un PRI que había bajado la guardia, exponiéndose, imprudentemente a los ataques de sus enemigos. A este error le siguieron muchos, muchos más.
Entre los otros errores, que tuvieron una gran incidencia provino de un campo aparentemente alejado de las cuestiones netamente políticas, la esfera económica y las estrategas y uso del gobierno de esa variante para influir en el rumbo y operación de la economía. La herramienta, la identificamos como política fiscal, aglutinándola en dos grandes apartados: el gasto público y los impuestos, las tasa de interés es determinada por el Banco de México y SHCP, de acuerdo al comportamiento de la economía interna y externa, el comportamiento de los mercados de divisas y con ello el paso y, las tasas que determine la Reserva Federal de USA. En pocas palabras, por factores que en su mayoría están fuera de nuestro alcance.
En cuanto al gasto público, como una forma más de mostrarle al sector ’empresarial’, de que las épocas de dispendio fiscal, inflación e incertidumbre cambiaria producidas por supuestas malas decisiones en materia económica de los anteriores gobiernos priistas no se repetirían, las autoridades hacendarias, ya sea por convicción o por presiones, al seleccionar la estrategia afín a la problemática que se heredaba, un estado de bajo crecimiento económico, 2.03 por ciento, y, por lo tanto, grandes expectativas de mejora, que demandaba una reactivación para frenar esa caída del crecimiento, se decidió por un camino restrictivo, ampliamente utilizado por la escuela monetarista de los Chicago Boys. El resultado más común ha sido depresión y recesión económica, ascenso de grupos radicales de izquierda y de derecha, rayando, veladamente, en posiciones demagógicas, la anticorrupción nos hará crecer, seremos más productivos y eficientes, se distribuirá mejor la riqueza, en pocas palabras viviremos en el mejor México que hemos soñamos. Consecuencia de anterior, en nuestro país, la economía se agravo y se pretendió atacarla con tecitos y herbolaria, son buenos, pero a un largo, largo plazo, si es que el enfermo sobrevive la crisis de ahora.
El tercer punto que contribuyó a la construcción o mejor dicho, al proceso abortivo de la presente administración, lo constituye la otra cara de la política fiscal: los impuestos. En su afán de seguir complaciendo, a esa gran clase financiera, el gobierno a fin de cubrir el hoyo presupuestal que formó la baja del precio del petróleo y la irresponsabilidad de las dos anteriores administraciones al no adecuar las finanzas públicas, principalmente en sus fuentes de financiamiento, aunado a la baja del crecimiento económico, la captación de recursos fiscales abruptamente disminuyeron. La solución de las autoridades fiscales (SHCP), encontraron la fórmula mágica, aumentar los impuestos a sus contribuyentes cautivos, evitar la evasión de esos contribuyentes, aumentar la base fiscal, con la incorporación de la economía informal, con promesas de excepción de impuestos e incorporarlos al sistema de seguridad social, noticia no muy grata para los que pagan y ’reciben’ ese servicio. En lo impositivo, se inicio una casería fiscal y un acoso telefónico, electrónico y postal, amen, de visitas relámpagos e imprevistas destinadas a incrementar desesperadamente los ingresos del gobierno. Los afectados reales, al final, fueron, como siempre la clase media, las consecuencias de esas torpes políticas económicas siempre se manifiestan en las urnas y no son para bien.
Las condiciones y los tiempos para los cuales la oligarquía mexicana había trabajado estaban en su punto, solo faltaban los frutos y estos se darían, por lo menos parcialmente, en las elecciones del 5 de Junio. Las alianzas que habían promovido, no solo por conducto de sus medios masivos de comunicación, mediante una campaña de ataques sistemáticos a las acciones gubernamentales, primordialmente en los estados donde se realizarían elecciones. Para ello, utilizando la estrategia preferida de la ideología de la Democracia Cristiana, que tuvo sus orígenes, por lo menos de acción, bajo el régimen Fascista de Benito Mussolini, quien unificó como estrategia política a dos, aparentemente, extremos ideológicos, la izquierda socialista y la derecha católica. La primera, fue su base electoral, la segunda su apoyo para darle valides y ropaje de honorabilidad. Como pago a este apoyo, Benito Mussolini le otorgó, dentro de la Ciudad de Roma un territorio independiente a la Iglesia Católica y, con ello, su estatus de estado soberano. No entraremos, en detalles sobre los antecedentes de esta estrategia en la época de guerra fría en la misma Italia, en España y Chile, ni de las consecuencias desastrosas, para la izquierda al considerar que su comportamiento democrático, sería correspondido por su contraparte de derecha, nosotros suponemos que el Sr. Agustín Basave Benítez, en su calidad de intelectual, de presidente del principal partido de ’izquierda’ y gran promotor de la alianza con él PAN, no lo desconoce.
La principal estrategia de los partidos fundamentados en la moral religiosa, como la fascista Democracia Cristiana y nuestro autóctono PAN la constituyen los señalamientos a sus contrincantes de falta de honestidad y de una corrupción aberrante y causante de todos los males posibles. Primero, por medio de rumores que al ser magnificados por los medios de comunicación por ellos controlados y por su constante repetición, en la percepción popular toman el carácter de verdad absoluta e incuestionable. Posteriormente, como en el caso de la administración foxista, pueden llegar incluso al campo judicial, si en el futuro, esas acciones resultaron infundadas no importan, el efecto en la memoria popular ya se plantó. La bandera de la honestidad es una de las armas más eficaces, máxime cuando no se realizaron las acciones preventivas, como el ataque antes de ser atacados y, si posteriormente, cuando a su vez se estuvo bajo acecho, la defensa solo fue deficiente, sino que rayó en lo ridículo. Vender una media verdad en esas circunstancias fue ’cosa de niños’.
Todo proceso electoral, con un grado mínimo de libertad democrática, contiene un elemento, aunque escaso, de incertidumbre, por tal motivo, las partes involucradas tratan de poner, en lo posible, a su favor cualquier elemento que les puedan beneficiar. Para tal motivo, el CCE en su función de hacendados le instruyó a su caporal, el PAN, que realizara alianzas con el ’peón agradecido’, el PRD. Los resultados electorales del pasado 5 de Junio y el comportamiento de esos dos partidos, denotan que el PRD solo tuvo una intervención marginal y de complemento en los resultados finales. Por su parte, el PAN, sin ningún rubor, se atribuyó los triunfos, fueron sus candidatos los que encabezaban la alianza, por cierto, antiguos priistas, por lo que al final tendremos que hablar de una triple alianza, no de una doble. De la intervención directa del CCE, sus estrategias y sus objetivos, permítame amable lector tratarlo en una segunda parte. sergiocastro6@yahoo.com

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