Lilia Cisneros Luján | diarioalmomento.com

Guerras Santas


Mexicanos ilustrados dispusieron que era al Estado y no las iglesias a quien correspondía ordenar todo lo relativo a registros de nacimientos, bodas y defunciones y otros muchos temas.

 Guerras Santas

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Febrero 22, 2016 22:19 hrs.
Periodismo ›
Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

Una colorada (vale más que cien descoloridas)
¡Qué tanto es tantito! Frase del vulgo, llena de sentido común y hasta centro de inspiración de más de una melodía festiva.
Pero “tantito” a veces se convierte en mucho y ocasionalmente en todo, como sería el tema de la laicidad del estado mexicano.
Con los matices de quien relate el tema –recuerdo que una de las monjas de mi escuela primaria, hablaba de “Beno Juárez” como una especie de demonio- es un hecho irrebatible que a mediados del siglo XIX, mexicanos ilustrados dispusieron que era al Estado y no las iglesias a quien correspondía ordenar todo lo relativo a registros de nacimientos, bodas y defunciones y otros muchos temas.
Ante la rebeldía para acatar dicha normatividad, el principio básico de “dar a Cesar lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”, se convirtió en ley y hubo de ser obligado cumplirse, con la molestia de quienes detentaban un poder casi suprahumano, basados sobre todo en el cúmulo de bienes con los que las iglesias –básicamente la católica- contaban.
Sin embargo, la abundancia de leyes –algunas sin pies ni cabeza- llevaron al gobierno a buscar una forma de “congraciarse”, con quien podía “garantizar”, cierto niveles de “legitimación” y así las cosas se empezó a retroceder y para ello cambiar “tantito”, la base de lo que fue una forma sabia y a la mexicana de aquello de dar a Cesar y a Dios, cada uno en su ámbito de competencia.
A partir de esto, nuestro sistema consular envió embajador a un micro estado en cuanto a su territorio base, pero magno por cuanto al poder que heredó del imperio Romano. El titular de dicho estado, recién nos visitó y más allá de las molestias de movilidad en la ciudad de México –hecho imputable más a los anfitriones con muy escaso sentido común más que al visitante- su presencia tan publicitada dio lugar a que “líderes” de otras confesiones –como el de la llamada luz del mundo[1]- ocuparan plazas públicas –en el ex DF fue el monumento a la revolución- para celebrar ritos por inmersión, al estilo de las confesiones bautistas.
Esta ¿iglesia, secta, negocio? presume tener más de cinco millones de adeptos en el mundo de los cuales el 20% se ubican en la república mexicana.
Basta con ver el derroche en sus templos y sobre todo la grosera egolatría de sus “discípulos” para dolerse por el giro comercial que ha atrapado a algo tan personal como es la espiritualidad. Según la segunda edición de World Christian Encyclopedia, David B. Barret, George T. Kurian, Todd M. Johnson, en el mundo moderno hay poco más de 33,000 grupos “cristianos” de los cuales 22,000 son independientes, es decir no le dan cuentas a nadie más que a sus propios líderes o cuerpos de gobierno. ¿Será por ello que vivales en todo el planeta dividen iglesias tradicionales -católicas y evangélicas[2]- como el camino directo a la comercialización de la fe? ¿Son piratas de la religión? Además de controlar sus bienes y obligar que aporten algo a los gobiernos, los funcionarios designados para vigilarlos ¿saben mucho de religiones? ¿Ellos mismos se inclinan por alguna confesión en particular y la favorecen?
Crecí en un México donde la religión se enseñaba fuera de los horarios de clase –ya sea en las aulas o en las iglesias a las cuales pertenecían las escuelas donde la religión era materia- las manifestaciones masivas, salvo el caso de las peregrinaciones a la basílica de Guadalupe, no se permitían, los políticos se abstenían de hacerse ver en las iglesias y menos aún comulgar o ser parte de rito alguno.
Hoy todo eso es historia, por el tema de los derechos humanos, las plazas públicas son ocupadas por vendedores informales –que dan cuotas a quienes administran oficialmente el derecho de piso- expositores o comercializadores de literatura y, por supuesto por líderes “religiosos” que buscan aumentar sus adeptos y por ende sus ingresos, vía una feligresía totalmente controlable.
Con la visión del vaso medio vacío diríamos que esta realidad nos muestra una de las mayores crisis de espiritualidad de la historia; pero si la visita de quien fue criticado porque no se postuló como líder de los 43, ni se pronunció por los caballeros templarios, ni tantos otros temas humanos le interesaron, todo ello le permite a usted, estimado lector, ocuparse e ilustrarse sobre el tema y más aún, opinar de una manera informada o decir “bendita” sea la visita del líder de los católicos y hasta la colocación de albercas en vía pública por parte del megalómano representante de la iglesia luz del mundo, porque nos está dando la ocasión de reflexionar y tomar decisiones acerca de la propia inclinación espiritual.
Lo único deseable es que no lleguemos a una repetición de las cruzadas y menos ahora, que el líder de la Iglesia ortodoxa, parece estar en buenos términos con la romana.
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[1] Aseguran estar creciendo en 53 países y tener actividad en las 32 entidades de la república mexicana, su vocero oficial es Eliezer Gutiérrez Avelar. Y su líder Naasón Joaquín García, nieto de Aron Joaquín e hijo de Samuel Joaquín Flores; en una extraña sucesión sanguínea de quienes son investidos como apóstoles.
[2] Solo por citar algunas además de la que he puesto como ejemplo: Apostólicos Filipinos; carismáticos chinos; anglicanos, adventistas, bautistas y presbiterianos, todos independientes; Budistas ocultos creyentes en Cristo; Hermanos Independientes Exclusivos; Mesiánicos, congregaciones judío-cristianas; Musulmanes ocultos creyentes en Cristo; Asirios Independientes o nestorianos; Antiguos católicos (esto es, separados de Roma después del Concilio Vaticano II) ; Amigos Independientes (Cuáqueros); Espiritualistas Independientes, y ocultistas; Cristianos marginales independientes (negros y tercer mundo) ….Uf…



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