Cuando se requería el apoyo popular a las autoritarias reformas estructurales el gobierno federal gastó miles de millones de pesos en convencer que eran los mejor para México y los mexicanos, con el argumento de que la gasolina no iba a subir y las tarifas de electricidad se reducirían considerablemente.
Ahora, que saben que la población ha dejado de creerles, que su popularidad está por los suelos y que sólo ganarán elecciones a través de fraudes y coacción del voto, suben el precio de la gasolina y anuncian un incremento en las trifas del suministro eléctrico.
La demagogia que ha caracterizado al PRI, ahora viene aderezada con una andanada de violación a los derechos humanos de los mexicanos en nombre y defensa de esas medidas estructurales por las que nadie votó.
Saben que la reforma educativa está prendida de alfileres, que es cuestionada por la falta de solidez y por el engaño que implica su contenido eminentemente administrativo y que nada tiene de pedagógica. También advierte que cuestionando y cayendo una reforma, las otras se debilitarán a grado tal que nadie podrá fortalecerlas y menos aún considerar que se trata demediadas en beneficio de México y de los mexicanos.
La reforma energética ahora tiene un revés propiciado por los mismos funcionarios públicos que la impulsaron a aumentar el precio de las gasolinas y la energía eléctrica. Las tarifas para el sector industrial se incrementan en julio de 2016, en comparación con julio del 2015, entre 2% y 5%. En este mismo periodo, en el sector comercial el incremento es entre 5% y 7%. Por otra parte, la tarifa de uso doméstico de alto consumo (tarifa DAC) registra un incremento en julio del 2016 de 6.8% respecto al mismo mes del año pasado.
El ajuste de las tarifas en julio está relacionado con los incrementos de los precios de los combustibles para generar energía eléctrica, registrados en junio de 2016 en comparación con mayo de 2016.
En cuanto al precio de la gasolina que se incrementó desde el 1 de julio, la Magna subió 24 centavos para ubicarse en 13.40 pesos por litro; mientras que la Premium subió por segundo mes consecutivo, ya que en junio su precio se ubicó en 14.03 pesos por litro; mientras que en julio subió 34 centavos más por lo que está a la venta en 14.37 pesos.
¿Y los millones de pesos gastados en spots, con el dinero de los mexicanos que no están en su mejor momento económico, quién los repondrá del erario público?
Este cinismo que se ampara en la amnesia de la población que padece un masoquismo electoral, a juzgar por los resultados electorales del pasado 5 de julio, donde era de esperarse cero votación para el PRI, pero el miedo al cambio fortalece a quien basa en el terror su imperio y así las circunstancias seguirán avanzando en detrimento de la calidad de vida de los mexicanos.
La población en lugar de optar por un cambio cree más en las condenas y las descalificaciones contra candidatos y líderes de oposición, emanadas desde las tribunas del poder, como si esos defectos no fueran privativos de quienes gobiernan.
Sin embargo, las reformas estructurales viven el momento más crítico en su estructura y las autoridades que las impusieron viven una ápoca de descrédito sin precedente.
Quienes creyeron en los beneficios de dichas reformas, no tuvieron suficiente desencanto cuando votaron pro el PRI y vieron su nivel de vida disminuir considerablemente, le dieron otra oportunidad a ese partido, pensando que las reformas estructurales cambiarían para bien el país, y por si fuera poco la tercera oportunidad quienes otorgaron el voto al tricolor, ahora se hunden en la vergüenza de ver que ni les dieron empleo los priístas, ni fueron diputados ni se convirtieron en gobernadores. Solamente se mostraron como títeres de un poder que sólo vela por sus intereses personales.