Fidel Castro

Impunidad de Núñez... | Maral

Fidel Castro cumplió el sábado 90 años de edad.
No se le ve mal. Quienes han conversado recientemente con él, dicen que se mantiene lúcido y firme de convicciones. Entre quienes lo comentan hay personajes más allá de cualquier duda. Ajenos a la Revolución Cubana y al propio Fidel.
Tiempos estos de ausencia de ideologías, agobiados más bien por un flujo de información que ahoga y anula viejas luchas sociales en el mundo, hablar de Fidel Castro es para los millones de jóvenes que dominan las redes sociales como si habláramos de un personaje del medioevo.
En este contexto las imágenes del líder cubano sólo nos llegan a quienes rebasamos cierta edad y que no figuramos más allá de un pequeño dígito en la pirámide poblacional.
Seguir en los noticieros internacionales de TV los festejos que le hicieron en el histórico Teatro Carlos Marx de La Habana por sus 90 años de vida, lo que nos deja es un sentimiento de extinción de una época.
Frases como ’¡Patria o Muerte… Venceremos!’, o ’Anti-imperialismo yanqui’, o ’Defensa de nuestra dignidad’ son tan improcedentes como absurdas a pesar de que caben bien en un Twitt.
Interesante pues que Fidel haya llegado a sus 90 años y que hoy no sea ya más que un jubilado especial, pero jubilado al fin.
Un jubilado como nunca nadie antes había visto, un retirado por voluntad propia desde hace 10 años, luego de ocupar 47 años el poder absoluto de un pequeño país que bajo su batuta mantuvo en jaque a la nación más poderosa del orbe.
¿El último Gran Líder en el mundo… o un dictadorzuelo deleznable?
Que cada quien se lo coma con su propio pan.
Para mi generación fue un ejemplo de vida. Un personaje que representó no sólo la defensa de la libertad y de las causas sociales más urgentes e importantes.
Y justamente porque Fidel existe y cumple 90 años, es porque algunos sabemos que hay todavía situaciones y objetivos por los que vale la pena luchar, y por lo que no tenemos dudas que hay farsantes que, bajo la piel del populismo y declaraciones de 3de3 en ceros, pretenden llegar al poder para cumplir ambiciones absolutamente personales.
Mesías autóctonos, tropicales, que son más cercanos a Chávez-Maduro que a los Castro.
Fidel no tiene ya mucho futuro. Pero la Cuba que deja es radicalmente distinta a la que recogió en 1959 al hacer triunfar su Revolución.
Cierto, hay reclamos y disidencia, pero estos no suman a la mayoría en ese país.
Hoy, y desde hace 10 años, al frente de ese país y de lo que es hoy esa Revolución, está Raúl Castro quien ha dado giros importantes para acercar más a Cuba a la modernidad del mundo globalizado.
Y, frente a la debilidad y deterioro físico de Fidel, su hermano Raúl se muestra fuerte y muy activo a pesar de que entre uno y otro hay apenas 5 años de diferencia.
Así que aunque Fidel muriera mañana, Raúl tendría todavía un largo trecho por caminar.
Historias de vida en una nación hermana que sigue un camino distinto al nuestro.
Un camino marcado por esos personajes.
FALTAN LOS HECHOS
Durante los días anteriores hemos visto cómo el nuevo dirigente nacional del PRI, el doctor en ciencia política y economista Enrique Ochoa Reza ha comenzado a recorrer el país para cumplir su promesa de visitar los 32 estados en los primeros 100 días de su liderazgo partidario.
En estos recorridos ha comenzado a marcar estilo: viaje en avión de línea y acompañado por su esposa y su pequeña hija.
Pero en el apenas mes y días que lleva en el cargo, comienza a quedar atrapado entre los dichos y los hechos.
Bien que en su discurso de toma de posesión haya advertido que encabezaría a su partido en una lucha frontal contra la corrupción de los gobernantes y otros funcionarios emanados de esta partido.
Y de que él mismo se haya adelantado a presentar su 3de3 en que prácticamente nadie cuestionó el origen de sus bienes y fortuna.
Pero sus pronunciamientos caen rápidamente en el vacío ante la falta de una acción efectiva de lo que prometió.
Y así, mientras los señalamientos de corrupción contra algunos gobernadores se fortalecen, y de que han surgido señalamientos de nuevas violaciones al conflicto de interés por parte del propio Presidente de la República, Ochoa Reza se llena de discursos que sin acciones sólo quedan en palabras.
Lo que muchos esperan es que esas palabras lo lleven a él y al PRI al menos a una denuncia o exigencia de aclaraciones a alguno de sus gobernadores o funcionarios aludidos.
El hecho de que diga que a la oposición al PRI y a su gobierno ’se les acabó el recreo’, porque los priístas responderán con datos reales y veraces a las falsedades que propagan a diario, no mueve a nadie.
Menos aún le ayudan a él y a su partido el cobijar en sus actos de acercamiento con las dirigencias y cuadros priístas en los estados, a funcionarios como el secretario de Educación Pública Aurelio Nuño, quien repite interminablemente el mismo discurso sobre las bondades de la reforma educativa, a sabiendas de que no es a ese público al que tiene que convencer de esas bondades.
Muy bien que Ochoa Reza le haya entrado al debate respecto de la presentación de la declaración de 3de3 de Andrés Manuel López Obrador. Mal que se haya quedado en eso y que no haya lanzado a los suyos a presentar pruebas de por qué AMLO es un mentiroso.
Vaya, alguno de los suyos podía haber hecho un ejercicio simple de sumar más o menos cuánto se ha gastado el tabasqueño en actos y viajes por el país durante los últimos 5 o 10 años.
De lo que ha declarado al SAT o de mostrar dónde vive y cómo se mueve.
En este contexto de sólo hacer discursos sin hechos, Ochoa Reza entra rápidamente al espacio demagógico de todos los dirigentes partidarios.
¿De qué le sirve señalar que en los tres primeros años del gobierno de Enrique Peña Nieto, México creció 2.1 por ciento mientras con Felipe Calderón en el mismo lapso llegó apenas al 0.2 por ciento y con Vicente Fox, 0.6 por ciento?
¿De qué sirve cuando gran parte de los mexicanos se quejan hoy mismo de que no les alcanza lo que ganan y que además es muy difícil conseguir un empleo mal pagado?
No, por ahí no va la cosa para mantener el poder en 2018.
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