El PRI emergente

El comportamiento de la economía mexicana baja de la carrera hacia la candidatura a la Presidencia de la República al secretario de Hacienda, seguramente competirá por la gubernatura del estado de México contra Josefina Vázquez Mota.
Por otra parte, la derrota electoral del PRI saca de la juagada su líder nacional, sobre todo ahora que el gobierno federal se deslinda de una derrota cuyas causas fueron la mala administración pública en todos sus niveles.
La inexperiencia de secretario de Educación, quien trató de comprender una realidad paralela pero que nunca coincidió con ella, combina su inmadurez personal con el desconocimiento del país, que también lo aleja de la carrera presidencial y deja solo en este camino al secretario de Gobernación. Aunque no han faltado otros funcionarios públicos que ante la caída de varios ídolos de barro del priísmo con la derrota del 5 de junio, quieren incorporarse a la carrera, uno de ellos es el titular de la Sagarpa, José Calzada Rovirosa, ex gobernador de Querétaro, donde imprimió una época de oscurantismo y conservadurismo rancio, asegura que puede llegar.
Lo cierto es que todos los problemas sociales, que no son pocos, se le juntan en su escritorio a Miguel Ángel Osorio Chong, debido a que su oficina es la encargada de armonizar entre sociedad y gobierno.
El Palacio de Covián es el lugar político por excelencia del país. Ahí se expresan o deben hacerlo, todas las voces. Ahí el diálogo no puede negarse ni condicionarse, como sucede ahora en la SEP, donde el diálogo es factor de negociación y no un medio para coincidir. La cerrazón de su titular pareciera provenir de intereses personales o simples necedades pueriles y no ser parte de un proyecto de nación.
Dentro de las atribuciones que el secretario de Gobernación tendrá que empezar a realizar una nueva tarea que si bien se encuentra en su ámbito de actividades, resulta por demás compleja y que radica en armonizar al partido con el gobierno, incluso acercarlos.
El gobierno federal quiso hacer a un lado al líder nacional del partido en el poder, pero se le pasó la mano ahora agravió a todo el tricolor, ante la falta de responsabilidad en la derrota.
Ningún funcionario público se sintió parte de la pérdida de buena parte del poder. Sólo Beltrones sugirió cambios en su interior y finalmente argumentó que su partido sigue siendo mayoría, mientras que los integrantes de la administración pública ni siquiera reconocieron su distanciamiento con el partido y menos aún con la sociedad, menos aún se reconocen corresponsables de la peor derrota electoral desde 2000.
Para los hombres del poder la derrota electoral es sólo responsabilidad del partido según la visión de una clase política alejada de los principios de justicia social de la estructura tradicional partidista y más aún de la sociedad y la justicia.
Desde su llegada al poder esta administración pública no ha demostrado conocer la realidad del país ni siquiera en sus términos más abstractos. La necesidad de imponer unas reformas que no sabía si en realidad encajaban en la manera de operar de las instituciones y en las costumbres de los mexicanos, les obligó a imponer una decisión que nunca explicaron lo suficiente para ser discutida ni conocían a fondo como para aplicar correctamente.
Si irrupción en la política nacional hablaba de un partido en el poder muy diferente al PRI.
La clase política deberá acercarse a su propio origen que es el partido para tomarlo como puente para llegar a una sociedad con la cual ha olvidado dialogar.
El aislamiento hacia la sociedad probablemente adoptado para no contagiarse de pobreza y nacionalismo puede convertirse en soledad permanente dentro o fuera del poder. No perdió el PRI, perdió la administración pública.
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