Detrás del detrás de un artista


HISTORIA

Detrás del detrás de un artista

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Abril 28, 2015 21:25 hrs.
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Su tinta fue la saliva y las cerillas, su pincel
La rareza de su método y su "esquizofrenia" hicieron que Martín Ramírez estuviera condenado al ostracismo.

La salas de un manicomio, en California, fueron su estudio

IVETTE LEONARDIMadrid

Actualizado: 29/04/2015

Compartió galería de arte con Dalí y Bretón y sus obras fueron elogiadas por el Nobel de Literatura Octavio Paz. Sin embargo, ha sido un desconocido. La rareza de su método es lo que condenó al mexicano Martín Ramírez al ostracismo. Las salas frías de un manicomio fueron su estudio. Algunos críticos de la época comparaban su genio e imaginación con los de Picasso. Nadie sabía quién era. No era Diego de Rivera, ni David Alfonso, ni, mucho menos, Frida Kahlo. Su obra, codiciada por galerías. La soledad, su motivación y la saliva, su tinta. ¿Cuál es el significado de la locura? ¿Es más cuerdo el que razona o el que mira luna?

"El hombre que despertó en mí, la alucinante inquietud de la investigación es el pintor, ahora reconocido, Martín Ramírez (México, 1895- EEUU, 1963)", dice Víctor Espinosa, sociólogo de la Universidad de Ohio, quien se dio a la tarea de desmenuzar sigilosamente el enigma del artista. En una entrevista a EL MUNDO, Espinosa revela el misterio que rodeaba a "un loco" que se dedicaba a dibujar en un lugar precario, aislado y lúgubre. A los casi 50 años de la muerte del pintor, el especialista publicará, tras una década de análisis y estudios, la biografía de Martin Ramírez. 'Framing His Life and Art' (University of Texas Press, 2015) es el nombre de la obra que saldrá en octubre de este año.

"Para intensificar su color le agregaba jugos de frutas, pasta de lustrar zapatos y carbón".
"Su arte fue una estrategia de supervivencia. Era una necesidad de dar orden", relata Espinosa. Asegura que Ramírez comenzó a dibujar con los elementos que se encontraba en el hospital donde permaneció por más de 30 años. "Mezclaba la avena con saliva, (no se la comía en el desayuno), hacia una masita y las ponía a secar en el radiador; luego mezclaba sus colores. Para intensificar su color le agregaba jugos de frutas, pasta de lustrar zapatos y carbón. Sus pinceles eran cerillas usadas y los bajalenguas que los médicos usaban para examinarlo. Para pegar los papeles en la pared usaba su saliva y flema... los enfermeros y compañeros jamás se atrevieron a tocarlos porque Martínez padecía de tuberculosis", relata Espinosa.

El arte de un "esquizofrénico"

"Las pinturas de Ramírez son autobiográficas. Resaltan el sentimiento puro de un mexicano que perforó la frontera", resalta el investigador, quien se obsesionó con el misterio que rodeaba el artista y descubrió, a lo largo de 10 años, el sufrimiento, la soledad y la historia detrás de los dibujos.

Al analizar las obras que éste ofrecía, Espinosa descubre en su libro el suplicio del artista. "Ramírez quería demostrar que se encontraba en dos mundos distintos. Tenía que romper todas las reglas de la perspectiva y mostrar en un solo dibujo que vivía en dos planetas culturales, y la única manera de hacerlo era a través de mapas. Hizo trampas visuales para ofrecer pinceladas de profundidad y distancia", describe el sociólogo.

Para Elvis Fuentes, historiador del arte y curador del Museo del Barrio en Nueva York, la obra de Martín Ramírez "es extraordinaria y poco valorada por el arte del mundo". Fuentes afirma que el "simbolismo infinito" fue el aliado del mexicano durante sus años de trabajo y producción de sus obras.


Jinetes, ferrocarriles, madonas, y paisajes son algunos de los protagonistas de las pinturas de Ramírez. "Los trenes son parte del viaje que realiza un migrante. Es falso que las pinturas fueran vírgenes aztecas. Ramírez era católico. Existe una falsa interpretación", destaca. "Las serpientes debajo de las madonas podrían representar el alma jorobada del artista ante el conflicto con su mujer", añade, a su vez, Espinosa con un tono de voz nostálgica. "Fue catalogado como el padre del outsider (arte de los marginados), como un artista autodidacta naif. Fue un ejemplo palpable de aquellos que sustraen lo que muchos no ven".

"Mojado" de los años 20

Martín Ramírez se convierte en mojado [¿espalda mojada o mojado a secas?] - nombre con el que se conoce a aquellos mexicanos que intentan cruzar la frontera con EEUU de forma clandestina-. La extrema pobreza y el deseo de bienestar para su familia hizo que Ramírez abandonara Tepatitlán, un pequeño pueblo en los Altos de Jalisco, lugar donde nació. Más de 3.000 kilómetros de frontera entre EEUU y México fue lo que el pintor anduvo y anduvo hasta llegar a California, donde trabajó en el ferrocarril y en las minas, según cuenta Espinosa.

La sangre corría en México. Era el final de los años 20 y el país estaba padeciendo las llamadas Guerras Cristeras - cuando el Gobierno mexicano exigió controlar las actividades católicas-. La esposa de Ramírez le enviaba cartas y él respondía prometiendo regresar y cuidar a su esposa embarazada y a sus tres hijos pequeños. Pero, sus promesas se desmoronaron al ser víctima del Crack del 29. Desempleado y deprimido, viviendo en las calles en el norte de California, en 1931 fue arrestado por la policía e internado en el hospital Stockton State Hospital, donde le diagnosticaron esquizofrenia.

No sabía escribir, ni leer, pero sí hablaba su idioma. "No era mudo, pero es que no hablaba inglés. ¿Cómo lo entendían los médicos, los policías y los enfermeros y quienes le diagnosticaron esquizofrenia catatónica?", se pregunta el especialista.

Sus familiares quemaron los dibujos enviados por el artista por miedo al contagio de tuberculosis
Ramírez comenzó a dibujar entre 1935 y 1948. Su hija Agustina relata que el pintor enviaba dibujos a sus familiares, pero estos, asustados por su tuberculosis, quemaron todos sus dibujos y sus cartas. "Extrañábamos mucho a mi padre, pero él le dijo a mi sobrino que no regresaría jamás", describe Ramírez con un suspiro en cada frase.

Cuenta Espinosa que en 1948, por casualidad, Tarmo Pasto, profesor de Psicología y Arte de la Universidad Estatal de Sacramento (EEUU), descubrió y reconoció el valor artístico de las obras. "Pasto organizó algunas exposiciones sin revelar el autor de aquellas pinturas que lo habían maravillado", asevera. El catedrático vendió las casi 300 obras que estaban en su poder para pagar la educación de su hijo. Fue entonces cuando las obras de Ramírez comenzaron a ser reconocidas en todo el mundo. Ahora se cotizan en cientos de miles de euros.

A espaldas de México

Ramírez, de 69 años murió de un edema pulmonar en 1963. Tras la muerte del pintor se sucedieron gran cantidad de exposiciones en importante galerías de California. Más tarde sus obras compartieron escenario con Dalí y Breton, y luego Octavio Paz abordó su legado en un ensayo; fue entonces cuando los museos empezaron a coleccionarla, como el MoMA de Nueva York.

El reconocimiento de su país natal ha sido escaso. Víctor Espinosa, quien también es mexicano, relata con gran tristeza que desde 1989, cuando se organizó una exposición de Ramírez en el Museo de Arte Contemporáneo, no ha sido valorado hasta el día de hoy. "La muestra de Martín Ramírez en su país rompió récords de asistencia, a pesar de que las dos exhibiciones anteriores habías estado dedicadas a Dalí y Picasso. El pueblo mexicano ha dejado en el olvido a la obra de Ramírez", dice Espinosa.

En España, la obra del artista jalisciense ha tocado las puertas Reina Sofía. Hace 5 años, el museo madrileño exhibió 62 obras en papel, algunas de las cuales fueron exclusivas, pues no se habían expuesto ni Estados Unidos ni en México.

"El artista que hace 52 años, despierto y algo lúcido, pintaba entre camas de un sanatorio mental, tiene hoy sus obras durmiendo en los museos más importantes del mundo entero. Quizás nunca se podrá descifrar con exactitud en qué se inspiraba para los enigmáticos dibujos. Pero ahora ya conocemos las nuevas dimensiones de su obra", relata Espinosa, emocionado con el redescubrimiento.

Twitter: @iveleonardi

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