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Después del ultimátum

Fernando Irala

Después del ultimátum

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Julio 04, 2016 10:34 hrs.
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Cerrados caminos del sur del país, sometida la población a los dictados de integrantes de la CNTE y sus simpatizantes, para quienes sus derechos son los primeros, los siguientes y los únicos en prevalecer, y después de una negociación que a nada condujo, pues desde el principio estuvo claro que ni el gobierno estaba dispuesto a recular, ni los amotinados a renunciar a sus prebendas, la semana empieza como terminó la anterior: con el ultimátum del secretario de Gobernación para que los inconformes retiren los bloqueos y se restablezca el libre tránsito de personas y mercancías.
Si no lo hacen de grado el gobierno lo hará por fuerza, anunció el funcionario, aunque por el momento sus colegas se han allanado a la situación imperante y se intentan fórmulas de acción a la larga insostenibles, como llevar alimentos y apoyos sociales por vía aérea a las zonas incomunicadas por tierra, medidas que además de insuficientes deben hacer más caro el caldo que las albóndigas.
La CNTE ni se amilanó, condenó lo que llamó preparativos de la represión, y las barricadas continuaron el fin de semana, unas permanentes, otras dependiendo de la agenda y el humor de los revoltosos.
Habrá que ver en los próximos días si las fuerzas federales despliegan una estrategia bien planeada y ejecutada, que no termine en hechos sangrientos como los de Nochixtlán, pero en la que inevitablemente habrá violencia, entre el imperativo de restaurar la normalidad y la cerrazón de quienes se han adueñado de las vías de comunicación de regiones enteras.
No han dejado otro camino los maestros, aliados y tal vez dominados por grupos radicales, que sueñan con generar un mayor caos y derrotar al sistema político nacional.
O el gobierno federal los contiene ahora o terminará por ser arrollado, no porque los vándalos sean realmente mayoría o tenga una fuerza invencible, sino porque de este lado la prudencia exagerada termina por ser contraproducente.

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