¿Democracia? ¡Dónde!

Parece una comedia de equivocaciones. Los favorecidos por la fortuna, los que alcanzaron una candidatura, se llenan la boca hablando de la democracia y sus virtudes, aunque realmente se dedican a tomarle el pelo a los ciudadanos haciéndoles ofertas, promesas y más.

Los ciudadanos en edad de votar, participamos en forma inconsciente les hacemos el juego y desde la tribuna al alcance de cada quien, se discuten méritos se magnifican culpas, condenamos sin excepción a todo aquel que se dedique a tan inútil como redituable tarea y al final de cuentas nos veremos haciendo fila en los centros de votación.

La democracia, vista desde la perspectiva de una persona común y corriente, es una gran porquería. En ningún momento se pide la opinión, el acuerdo de los votantes para la selección de candidatos. Se les ordena, prácticamente, acudir a las casillas y escoger en la cada día más nutrida y colorida boleta electoral, entre los sujetos que están anotados y que nadie sabe quiénes son, qué madre los echó al mundo y cuáles son sus antecedentes profesionales o delincuenciales.

Así, repetiremos historias ya conocidas: llegó el momento del juniorato, de cederle el paso a los jóvenes, a la sangre nueva, a las ideas renovadoras, a quienes habrán de pensar en el México del futuro, la nación que pronto ingresará al concierto internacional con una voz más fuerte, más respetada aunque habrá que admitirlo, con menor experiencia.

Votaremos por el hijo de Aguirre, el gobernador de Guerrero que está en la indefinición de una especie de fuga o de retiro placentero; y nos preparamos para impulsar su naciente carrera política al hijo del líder senatorial, Gamboa, mientras hacemos los propio con los dos pilluelos, los hijos de la señora Marta (que de acuerdo con sus malquerientes deberían estar en una celda).

Con la gravedad que representa la elección de éstos y otro medio centenar de sujetos similares, tendremos también la reelección de ilustres políticos, aunque muy desapercibidos como legisladores de los cuales extraemos unos cuántos ejemplos. O ejemplares que tipifican a esta fauna.

Los principales propietarios del PRD, todos chuchos confesos, van en los primeros lugares de la lista plurinominal. Por el PAN presenciamos el circo de una pista con sus payasitos que por repetitivos ya no causan gracia, encabezados en la función actual por Maderito contra míster Frijolito o el hombre de los seis mil pesos.

El punto toral de la discusión: el descuento de un día de emolumentos, como si se tratara de un empleo a destajo y no de una responsabilidad irrenunciable. Bueno, el hecho es que el primero de los dos mencionados irá en primer lugar en las plurinominales de los hijos de María, y que también irá al frente de la nominación presidencial en 2018. Si no se lo lleva antes un buen coraje entripado.

La chiquillada no sufre, sólo trata de garantizar su pase a la siguiente ronda electoral. Y para eso necesita del apoyo de quien sea. Ofrecen candidaturas por una módica aportación en efe y por adela, o si no hay más remedio, organizarán rifas y darán respaldo a quien simplemente quiera verse impreso en una boleta. Única condición, que tengan cierta capacidad para jalar incautos.
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En todo este proceso el único que no toma parte es quien finalmente decidirá cruzando la papeleta. Y dicen que eso es democracia, el gobierno del pueblo.