Fragmentado por la salida de Andrés Manuel López Obrador y sus huestes, abandonado por buena parte de sus antiguas bases de apoyo sobre todo en la ciudad de México, desgastado en sus luchas internas, disminuido por su estrategia de convertirse en cómplice del retorno de la derecha, abandonado por su anterior presidente --aquél al que habían llamado de fuera ante la incapacidad de encontrar un dirigente salido de su militancia--, esta vez el Partido de la Revolución Democrática fue capaz de resolver su proceso de renovación del mando en un plazo sorprendentemente corto y con formas extremadamente civilizadas, para nombrar a su nueva líder sin sobresaltos mayores.
Tal vez es que sienten que sus espacios de poder se les escapan como agua, o que la salida de sus tendencias más radicales ha propiciado un ambiente interno más distendido, probablemente han transitado a la madurez, entre su propia evolución política y los golpes que la realidad les ha impuesto, el hecho es que luego de un periodo de negociación y acuerdo, el PRD pudo elegir el fin de semana pasado a Alejandra Barrales como su nueva dirigente.
Venida de la lucha sindical en sus años mozos, la señora Barrales ha consolidado una carrera de dos decenios en la izquierda, y luego de dejar atrás en la contienda a Beatriz Mojica, su más cercana oponente, tiene ahora en sus manos la responsabilidad de recomponer lo que queda del partido amarillo y definir la estrategia rumbo a la elección presidencial.
No la tiene fácil. Hacia adentro de su partido y hacia afuera, requerirá de un temple excepcional, si pretende que el PRD vuelva a ser referente de la izquierda y del escenario político nacional.
Tiene a su favor un balance adecuado entre la experiencia descrita y una relativa juventud. Si uno mira a sus homólogos en el PAN y el PRI, es probable que sea la líder partidaria más fogueada, y su condición de mujer en los actuales tiempos ha dejado de ser desventajosa para darle más bien una ganancia.
Con Alejandra, el PRD intenta salir de su agonía y recuperar el liderato de las izquierdas. Aunque tal vez sea demasiado tarde, Pronto lo sabremos.