El voyerista

¿Acapulco, luego de la tormenta viene la calma?

Alfredo Guzmán

¿Acapulco, luego de la tormenta viene la calma?

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Agosto 13, 2016 00:09 hrs.
Periodismo ›
Alfredo Guzmán › guerrerohabla.com

’La política es así’. Decía un periodista que de esa manera concluía una rápida explicación a cosas inexplicables. Pero en efecto, en ocasiones es necesario que haya una crisis, para poder entender la dimensión de algunas cosas, que no se pueden entender de otra manera.

Los diferendos entre los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), que recientemente mantuvieron un altercado verbal, en reclamo válido o no sobre la inseguridad y que al final de cuentas, culminó, con una plática serena, en circuito cerrado y sin testigos chismosos donde ambos pusieron las cartas que tienen para la práctica política.

Es evidente que aquí vale decir que hoy como hoy, y ayer como ayer. Hoy gobierna una organización y ayer otra.

Pero en todos los casos, la unidad deberá ser la premisa que mueva todo el tinglado de la política, porque si se desborda la crisis, el hilo se rompe por lo más delgado.

Si no existe la unidad de criterios, las cosas se complican. Aunque los intereses sean grandes.

No se trata de cómo ve uno las cosas y el otro, sino de cómo se podrán resolver donde haya una visión incluyente.

Pero dónde se alejen, elementos nocivos, que descalifiquen los puntos de vista vertidos. Y también intereses políticos que derivan de una derrota política pasada.

La visita a Casa Guerrero, casa del poder en este momento, tiene una elevada significación política y social. El coordinador de los presidentes municipales perredistas en Guerrero, Pablo Higuera Fuentes, acompañado de los 29 ediles perredistas, incluido el presidente municipal de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, indica la preocupación existente y el término de una guerra verbal, que amagó convertirse en una crisis mayor. Indica que es mejor un buen arreglo que un mal pleito.

Y si la crisis crecía más, afectaría sin duda a los ciudadanos, todos. También a los partidos y a Acapulco más que a nadie. Y si Acapulco sufre, sufren los guerrerenses. La economía del estado se finca en el turismo. Y Acapulco, junto a Zihuatanejo y Taxco, inyectan recursos financieros frescos vía impuestos al estado. Hoy Acapulco, con todo y su violencia ya cotidiana, derivada del enfrentamiento que tienen los distribuidores de estimulantes químicos, principalmente, sigue siendo alternativa turística para miles de mexicanos de zona centro del país.

Acapulco, es Acapulco. Miles de chilangos y mexicanos de la zona centro del país, tienen casa en el puerto, derivado de las promociones en ocasiones sin medida ni control de las constructoras que vendieron hasta en zonas de alto riesgo. Pero como las promociones eran de compre ahora, pague hasta que muera, miles lo hicieron. Y esos y otros que vienen a las playas en pos de encontrar lo que no tiene la capital del país. Mar, emoción, y acción, pues llegan en carretadas. Al chilango no le interesa mucho el turismo cultural. Le gusta el desmadre y viene por él y se llena. Y regresa feliz.

Para bien o para mal, el guerrerense común, vive de eso. Claro, de darle servicio al que lo pide. Y lo que pide. Eso ha sido desde que Acapulco, era un puerto obligado en América de la Nao de China.

Carne, sudor, lágrimas y placer, es lo que busca el turista en Guerrero. Y lo encuentra. Claro que la autoridad debe cuidar que quienes lo otorguen tengan las mejores condiciones de servirlo y quienes lo reciban, de gozarlo.

La inseguridad, no ayuda. Y puede provocar que se ausente una parte del turismo. Pero con los anuncios de inversión de parte de la iniciativa privada, para la zona diamante y las inversiones y rescate de la zona histórica por parte de Slim, indican que Acapulco, tiene futuro y mucho.

Pero las autoridades deben hacer su parte y si lo hacen de común acuerdo, la nave va. Simple.

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